Honestamente, me parece difícil de explicar y entender que el mismo autor de la muy reconocida y meritoria "Patria", libro que recomiendo encarecidamente, haya escrito a continuación "Los vencejos", una obra que me ha parecido insípida, excesivamente densa (creo que al libro, de 700 páginas, le sobra la mitad de su contenido) y cuyo protagonista, que ha decidido suicidarse en el plazo de 1 año, embarga la novela de un ambiente deprimente, soez y aburrido que termina envolviendo la lectura en esa misma atmósfera descafeinada.
La inacabable lectura de esta novela me provocó el dilema entre abandonar definitivamente la lectura de la obra antes de acabarla o continuar esforzándome en alcanzar la última página, con el vano propósito de comprobar si era capaz de descubrir algo en la trama que compensara el tedio sufrido en las interminables páginas que en muchas ocasiones se enfangaban en asuntos insulsos que apenas aportaban valor a la historia.
Este es un blog donde me permito escribir con libertad y donde cabe tanto el elogio como la crítica expuesta, y, por tanto, no me resigno a describir este libro como "totalmente prescindible"; una obra que, tras el grato descubrimiento que para mí supuso "Patria", ha dejado un sabor agrio en mi memoria y, lo que es peor, una referencia resentida sobre el mismo autor de dos libros que considero abismalmente alejados en cuanto a brillantez; un autor que, tras "Los vencejos" ha logrado en mí el efecto de alejarme del resto de sus otras obras.
El único mérito que le atribuyo al libro es reflejar con certeza y cercano realismo situaciones cotidianas que a todo semejante pueden suceder y con las que puede sentir empatía respecto a la vida desgraciada que toca protagonizar a Toni, el aburrido profesor que un día decidió suicidarse.
La lectura seguirá siendo placentera alejada de libros como "Los vencejos".
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