viernes, 17 de diciembre de 2010

Nuevas reglas de ortografía

La nueva ortografía ya está disponible para los 500 millones de hablantes en español. Es la más «coherente, exhaustiva, y simple» de los últimos tres siglos. La más «científica, clara y razonada» para la Real Academia Española (RAE) y las academias americanas, que optan por recomendar en lugar de imponer, únicamente en algunos casos, en la «más panhispánica» de las normas elaboradas desde 1741.

I griega o ye
Podremos decir i griega o ye al referirnos a la y. Se recomienda decir ye pero se sanciona el uso de ambas.

Be, uve y uve doble
Be alta o be grande son alternativas factibles para la be, y la ve baja o ve chica se pueden alternar con la uve, que es, eso sí, el uso aconsejado. Se dirá uve doble y no doble ve.

Sin tilde y con tilde
Será falta escribir 'truhán', 'guión', 'huí', 'véis', 'riáis', 'pié' o 'lié'. Se suprime la tilde en palabras que se pronuncian con hiato y que son en realidad monosílabos.

Es incorrecto acentuar la o entre cifras, pero no el poner tilde al adverbio sólo o a los demostrativos éste o ése, aunque se recomiende no hacerlo.

En minúscula
Rey o papa pierden la mayúscula ya que «los sustantivos que designan títulos nobiliarios, dignidades y cargos o empleos de cualquier rango (sean civiles, militares, religiosos, públicos o privados) deben escribirse con minúscula inicial por su condición de nombres comunes». Se admite la mayúscula inicial, sin ser obligatoria, para dignidades de tratamiento protocolario, como 'se espera a Su Santidad' pero es obligatoria la minúscula si se cita el nombre propio: 'se espera la visita de su santidad Benedicto XVI'.

Se impone también la minúscula en casos como 'península ibérica', 'cordillera andina' o 'golfo pérsico', ya que «cuando para referirse a un accidente geográfico se emplea el sustantivo genérico seguido de un adjetivo derivado del topónimo al que dicho accidente corresponde, tanto el sustantivo genérico como el adjetivo se escriben en minúscula». Se reconoce un «uso antonomástico», que hace posible escribir la Peninsula (ibérica para los españoles) o el Golfo (para los mexicanos). En casos como Picos de Europa o Selva Negra en los que el sustantivo genérico forma parte inherente del nombre propio geográfico, ambos irán en mayúscula.

Palabras extranjeras
Para la trascripción de las palabras de origen extranjero rige el principio de adaptación al sistema español. Es el caso de 'yudo', 'sexi', 'mánager', 'cáterin' o 'pirsin'. En su formulación original -'manager' o 'catering'- debe recurrirse a la cursiva.

Separados
Es incorrecto optar por ex mujer en lugar de exmujer, aunque será correcto ex capitán general.
Fuera del diccionario
Los dígrafos ch y la ll ya no computan como letras en un alfabeto con 27 grafos.
Al precio de 39,90 euros y con casi 800 páginas, la ortografía recoge lo acordado por el pleno de academias el 28 de noviembre en Guadalajara (México). Fue después de un barullo fenomenal que desconcertó a la opinión pública con algunas de las propuestas que se quedan en recomendaciones, ya que la RAE y el resto la academias suavizaron, y mucho, algunos de sus planteamientos originales.

Insisten los académicos en que es ortografía «para todos» y que ha sido concebida «para servir a la unidad del idioma». También en que, aun siendo su carácter normativo, se ha optado por la recomendación en lugar de la imposición en los casos más polémicos, los supuestos que generaron una fuerte controversia en la opinión pública.
Fuente: larioja.com

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Discurso de Mario Vargas Llosa con motivo del Nobel de Literatura

El pasado 6 de diciembre, en la ceremonia de entrega del Nobel de Literatura 2010, celebrada en Estocolmo, el escritor hispano peruano Mario Vargas Llosa pronunció un emotivo e inolvidable discurso. Sus palabras fueron un auténtico alarde de claridad de pensamiento y un canto a la libertad; todo un derroche de inteligencia y profunda nitidez intelectual que me impresionó sobremanera y que he querido recoger a modo de homenaje a tan genial escribiente.

martes, 30 de noviembre de 2010

La be sigue siendo be

La be sigue siendo be. Y la y griega no tiene por qué ser obligatoriamente ye. La uve puede conservar esa denominación, uve. Y sí y sólo pueden seguir acentuándose, si lo exigen el significado o la fonética. En definitiva, todo sigue igual con respecto a la ortografía del español, y esto lo han acordado por unanimidad las 22 academias del español reunidas en la FIL de Guadalajara. Los académicos han llegado a la conclusión de que no quieren imponer nada, ninguna novedad en la nueva ortografía razonada del español. Lo que quieren es hacer propuestas. En muchos sitios la be se llama grande o alta, la uve se llama be chica, en algunos contextos la y griega se llama ye, y la gente puede optar entre escribir solo con o sin acento.

Fuente: elpais.com
Ver más

jueves, 25 de noviembre de 2010

Nº 11 de la Revista Literaria Portales

El pasado jueves, 25 de noviembre, se presentó el nuevo y undécimo número de la revista Portales, que contó con la publicación de los ganadores del VI Premio de Poesía ImaginArte (2009): Iván Mendoza Marrodán y Elena Mahave Ayala; poemas de Adriana Bañares Camacho, Álvaro Pérez, Elena Silva Rodríguez, Eva Alejandre Villate, Gonzalo San Ildefonso, José Ignacio Hurtado y Leyre López; relatos de Ana Cuaresma Nalda, Diego Collado Mazo, Eduardo Martínez Yécora, Fernando del Hoyo, Jesús Murillo Sagredo, Juan Kim Ballesteros, Nerea Fernández Rodríguez, Raúl Gutiérrez Martínez y Tomasz D. Pilch; una obra de teatro de Javier Jiménez López y diseños de Carlos Santos Aranguren; todo ello aderedazo con ilustraciones de Hernán Yaniquini.

viernes, 5 de noviembre de 2010

La "i griega" se llamará "ye"

La nueva Ortografía de la Real Academia Española fija la denominación de algunas letras, cambia "quorum" por "cuórum" y elimina las tildes de "solo", "guion" y "o" entre números.

La i griega será ye, la b será be (y no be alta o be larga); la ch y la ll dejan de ser letras del alfabeto; se elimina la tilde en solo y los demostrativos (este, esta...) y en la o entre números (5 o 6) y quorum será cuórum, mientras que Qatar será Catar.

La nueva edición de la Ortografía de la Real Academia Española, que se publicará antes de Navidad, trata de ser, como dice su coordinador, Salvador Gutiérrez Ordóñez, "razonada y exhaustiva pero simple y legible". Y sobre todo "coherente" con los usos de los hablantes y las reglas gramaticales. Por eso el académico insiste en que plantea innovaciones y actualizaciones respecto a la anterior edición, de 1999, pero no es, "en absoluto" revolucionaria. Gutiérrez Ordóñez se resiste incluso a usar la palabra "reforma".

Con todo, al director del Departamento de Español al Día de la RAE no se le escapa que los cambios ortográficos provocan siempre resistencias entre algunos hablantes. De ahí la pertinencia, dice, del consenso panhispánico que ha buscado la Comisión Interacadémica de la asociación que reúne a las Academias de la Lengua Española de todo el mundo. El miércoles, esa comisión, reunida en San Millán de la Cogolla (la Rioja) aprobó el texto básico de la nueva Ortografía de la lengua española. A falta de su ratificación definitiva el 28 de este mes en la Feria del Libro de Guadalajara (México) durante el pleno de las 22 academias, estas son algunas de las "innovaciones puntuales" aprobadas esta semana y destacadas por el propio Gutiérrez Ordóñez.

La i griega será ye. Algunas letras de nuestro alfabeto recibían varios nombres: be, be alta o be larga para la b; uve, be baja o be corta, para v; uve doble, ve doble o doble ve para w; i griega o ye para la letra y; ceta, ceda, zeta o zeda para z. La nueva Ortografía propone un solo nombre para cada letra: be para b; uve para v; doble uve para w; ye para y (en lugar de i griega). Según el coordinador del nuevo texto, el uso mayoritario en español de la i griega es consonántico (rayo, yegua), de ahí su nuevo nombre, mayoritario además en muchos países de América Latina. Por supuesto, la desaparición de la i griega afecta también a la i latina, que pasa a denominarse simplemente i.

Ch y ll ya no son letras del alfabeto. Desde el siglo XIX, las combinaciones de letras ch y ll eran consideradas letras del alfabeto, pero ya en la Ortografía de 1999 pasaron a considerarse dígrafos, es decir, "signos ortográficos de dos letras". Sin embargo, tanto ch como ll permanecieron en la tabla del alfabeto. La nueva edición los suprime "formalmente". Así, pues, las letras del abecedario pasan a ser 27.

Solo café solo, sin tilde. Hay dos usos en la acentuación gráfica tradicionalmente asociados a la tilde diacrítica (la que modifica una letra como también la modifica, por ejemplo, la diéresis: llegue, antigüedad). Esos dos usos son: 1) el que opone los determinantes demostrativos este, esta, estos, estas (Ese libro me gusta) frente a los usos pronominales de las mismas formas (Ese no me gusta). 2) El que marcaba la voz solo en su uso adverbial (Llegaron solo hasta aquí) frente a su valor adjetivo (Vive solo).

"Como estas distinciones no se ajustaban estrictamente a las reglas de la tilde diacrítica (pues en ningún caso se opone una palabra tónica a una átona), desde 1959 las normas ortográficas restringían la obligatoriedad del acento gráfico únicamente para las situaciones de posible ambigüedad (Dijo que ésta mañana vendrá / Dijo que esta mañana vendrá; Pasaré solo este verano / Pasaré solo este verano). Dado que tales casos son muy poco frecuentes y que son fácilmente resueltos por el contexto, se acuerda que se puede no tildar el adverbio solo y los pronombres demostrativos incluso en casos de posible ambigüedad", esto dice la comisión de la nueva Ortografía, que, eso sí, no condena su uso si alguien quiere utilizar la tilde en caso de ambigüedad. Café para todos. No obstante, la RAE lleva décadas predicando con el ejemplo y desde 1960, en sus publicaciones no pone tilde ni a solo ni a los demostrativos.

Guion, también sin tilde. Hasta ahora, la RAE consideraba "monosílabas a efectos ortográficos las palabras que incluían una secuencia de vocales pronunciadas como hiatos en unas áreas hispánicas y como diptongos en otras". Sin embargo, permitía "la escritura con tilde a aquellas personas que percibieran claramente la existencia de hiato". Se podía, por tanto, escribir guion-guión, hui-huí, riais-riáis, Sion-Sión, truhan-truhán, fie-fié... La nueva Ortografía considera que en estas palabras son "monosílabas a efectos ortográficos" y que, cualquiera sea su forma de pronunciarlas, se escriban siempre sin tilde: guion, hui, riais, Sion, truhan y fie. En este caso, además, la RAE no se limita a proponer y "condena" cualquier otro uso. Como dice Salvador Gutiérrez Ordóñez, "escribir guión será una falta de ortografía".

4 o 5 y no 4 ó 5. Las viejas ortografías se preparaban pensando en que todo el mundo escribía a mano. La nueva no ha perdido de vista la moderna escritura mecánica: de la ya vetusta máquina de escribir al ordenador. Hasta ahora, la conjunción o se escribía con tilde cuando aparecía entre cifras (4 ó 5 millones). Era una excepción de las reglas de acentuación del español: "era la única palabra átona que podía llevar tilde". Sin embargo, los teclados de ordenador han eliminado "el peligro de confundir la letra o con la cifra cero, de tamaño mayor".

Catar y no Qatar. Aunque no siempre lo fue, recuerda el coordinador de la nueva ortografía, la letra k ya es plenamente española, de ahí que se elimine la q como letra que representa por sí sola el fonema /k/. "En nuestro sistema de escritura la letra q solo representa al fonema /k/ en la combinación qu ante e o i (queso, quiso). Por ello, la escritura con q de algunas palabras (Iraq, Qatar, quórum) representa una incongruencia con las reglas". De ahí que pase a escribirse ahora: Irak, Catar y cuórum. ¿Y si alguien prefiere la grafía anterior: "Deberá hacerlo como si se tratase de extranjerismos crudos (Qatar y quorum, en cursiva y sin tilde)".

martes, 19 de octubre de 2010

Carta a un joven escritor

Por Arturo Pérez Reverte.

Carta a un joven escritor (I)
XLSemanal - 27/7/2010

Pues sí, joven colega. Chico o chica. Pensaba en ti mientras tecleaba el artículo de la semana pasada. Recordé tus cartas escritas con amistad y respeto, el manuscrito inédito -quizá demasiado torpe o ingenuo, prematuro en todo caso- que me enviaste alguna vez. Recordé tu solicitud de consejo sobre cómo abordar la escritura. Cómo plantearte una novela seria. Tu justificada ambición de conseguir, algún día, que ese mundo complejo que tienes en la cabeza, hecho de libros leídos, de mirada inteligente, de imaginación y ensueños, se convierta en letra impresa y se multiplique en las vidas de otros, los lectores. Tus lectores.

Vaya por delante que no hay palabras mágicas. No hay truco que abra los escaparates de las librerías. Nada garantiza ver el fruto de tu esfuerzo, esa pasión donde te dejas la piel y la sangre, publicado algún día. Este mundo es así, y tales son las reglas. No hay otra receta que leer, escribir, corregir, tirar folios a la papelera y dedicarle horas, días, meses y años de trabajo duro -Oriana Fallacci me dijo en una ocasión que escribir mata más que las bombas-, sin que tampoco eso garantice nada. Escribir, publicar y que tus novelas sean leídas no depende sólo de eso. Cuenta el talento de cada cual. Y no todos lo tienen: no es lo mismo talento que vocación. Y el adiestramiento. Y la suerte. Hay magníficos escritores con mala suerte, y otros mediocres a quienes sonríe la fortuna. Los que publican en el momento adecuado, y los que no. También ésas son las reglas. Si no las asumes, no te metas. Recuerda algo: las prisas destruyeron a muchos escritores brillantes. Una novela prematura, incluso un éxito prematuro, pueden aniquilarte para siempre. Lo que distingue a un novelista es una mirada propia hacia el mundo y algo que contar sobre ello, así que procura vivir antes. No sólo en los libros o en la barra de un bar, sino afuera, en la vida. Espera a que ésta te deje huellas y cicatrices. A conocer las pasiones que mueven a los seres humanos, los salvan o los pierden. Escribe cuando tengas algo que contar. Tu juventud, tus estudios, tus amores tempranos, los conflictos con tus padres, no importan a nadie. Todos pasamos por ello alguna vez. Sabemos de qué va. Practica con eso, pero déjalo ahí. Sólo harás algo notable si eres un genio precoz, mas no corras el riesgo. Seguramente no es tu caso.

No seas ingenuo, pretencioso o imbécil: jamás escribas para otros escritores, ni sobre la imposibilidad de escribir una novela. Tampoco para los críticos de los suplementos literarios, ni para los amigos. Ni siquiera para un hipotético público futuro. Hazlo sólo si crees poder escribir el libro que a ti te gustaría leer y que nadie escribió nunca. Confía en tu talento, si lo tienes. Si dudas, empieza por reescribir los libros que amas; pero no imitando ni plagiando, sino a la luz de tu propia vida. Enriqueciéndolos con tu mirada original y única, si la tienes. En cualquier caso, no te enfades con quienes no aprecien tu trabajo; tal vez tus textos sean mediocres o poco originales. Ésas también son las reglas. Decía Robert Louis Stevenson que hay una plaga de escritores prescindibles, empeñados en publicar cosas que no interesan a nadie, y encima pretenden que la gente los lea y pague por ello.

Otra cosa. No pidas consejos. Unos te dirán exactamente lo que creen que deseas escuchar; y a otros, los sinceros, los apartarás de tu lado. Esta carrera de fondo se hace en solitario. Si a ciertas alturas no eres capaz de juzgar tú mismo, mal camino llevas. A ese punto sólo llegarás de una forma: leyendo mucho, intensamente. No cualquier cosa, sino todo lo que necesitas. Con lápiz para tomar notas, estudiando trucos narrativos -los hay nobles e innobles-, personajes, ambientes, descripciones, estructura, lenguaje. Ve a ello, aunque seas el más arrogante, con rigurosa humildad profesional. Interroga las novelas de los grandes maestros, los clásicos que lo hicieron como nunca podrás hacerlo tú, y saquea en ellos cuanto necesites, sin complejos ni remordimientos. Desde Homero hasta hoy, todos lo hicieron unos con otros. Y los buenos libros están ahí para eso, a disposición del audaz: son legítimo botín de guerra.

Decía Harold Acton que el verdadero escritor se distingue del aficionado en que aquél está siempre dispuesto a aceptar cuanto mejore su obra, sacrificando el ego a su oficio, mientras que el aficionado se considera perfecto. Y la palabra oficio no es casual. Aunque pueda haber arte en ello, escribir es sobre todo una dura artesanía. Territorio hostil, agotador, donde la musa, la inspiración, el momento de gloria o como quieras llamarlo, no sirve de nada cuando llega, si es que lo hace, y no te encuentra trabajando.

Carta a un joven escritor (II)
XLSemanal - 02/8/2010

Hablábamos el otro día de maestros: autores y obras que ningún joven que pretenda escribir novelas tiene excusa para ignorar. Ten presente, si es tu caso, un par de cosas fundamentales. Una, que en la antigüedad clásica casi todo estaba escrito ya. Echa un vistazo y comprobarás que los asuntos que iban a nutrir la literatura universal durante veintiocho siglos aparecen ya en la Ilíada y la Odisea -relato, éste, de una modernidad asombrosa- y en la tragedia, la comedia y la poesía griegas. De ese modo, quizá te sorprenda averiguar que el primer relato policíaco, con un investigador -el astuto Ulises- buscando huellas en la arena, figura en el primer acto de la tragedia Ayax de Sófocles.

Un detalle importante: escribes en español. Quienes lo hacen en otras lenguas son muy respetables, por supuesto; pero cada cual tendrá en la suya, supongo, quien le escriba cartas como ésta. Yo me refiero a ti y a nuestro común idioma castellano. Que tiene, por cierto, la ventaja de contar hoy, entre España y América, con 450 millones de lectores potenciales; gente que puede acceder a tus libros sin necesidad de traducción previa. Pero atención. Esa lengua castellana o española, y los conceptos que expresa, forman parte de un complejo entramado que, en términos generales y con la puesta al día pertinente, podríamos seguir llamando cultura occidental: un mundo que el mestizaje global de hoy no anula, sino que transforma y enriquece. Tú procedes de él, y la mayor parte de tus lectores primarios o inmediatos, también. Es el territorio común, y eso te exige manejar con soltura la parte profesional del oficio: las herramientas específicas, forjadas por el tiempo y el uso, para moverte en ese territorio. Aunque algunos tontos y fatuos lo digan, nadie crea desde la orfandad cultural. Desde la nada. Algunas de esas herramientas son ideas, o cosas así. Para dominarlas debes poseer las bases de una cultura, la tuya, que nace de Grecia y Roma, la latinidad medieval y el contacto con el Islam, el Renacimiento, la Ilustración, los derechos del hombre y las grandes revoluciones. Todo eso hay que leerlo, o conocerlo, al menos. En los clásicos griegos y latinos, en la Biblia y el Corán, comprenderás los fundamentos y los límites del mundo que te hizo. Familiarízate con Homero, Virgilio, los autores teatrales, poetas e historiadores antiguos. También con La Divina Comedia de Dante, los Ensayos de Montaigne y el teatro completo de Shakespeare. Te sorprenderá la cantidad de asuntos literarios y recursos expresivos que inspiran sus textos. Lo útiles que pueden llegar a ser.

La principal herramienta es el lenguaje. Olvida la funesta palabra estilo, burladero de vacíos charlatanes, y céntrate en que tu lenguaje sea limpio y eficaz. No hay mejor estilo que ése. Y, como herramienta que es, sácale filo en piedras de amolar adecuadas. Si te propones escribir en español, tu osadía sería desmesurada si no te ejercitaras en los clásicos fundamentales de los siglos XVI y XVII: Quevedo, el teatro de Lope y Calderón, la poesía, la novela picaresca, llenarán tus bolsillos de palabras adecuadas y recursos expresivos, enriquecerán tu vocabulario y te darán confianza, atrevimiento. Y una recomendación: cuando leas El Quijote no busques una simple narración. Estúdialo despacio, fijándote bien, comparándolo con lo que en ese momento se escribía en el mundo. Busca al autor detrás de cada frase, siente los codazos risueños y cómplices que te da, y comprenderás por qué un texto escrito a principios del siglo XVII sigue siendo tan moderno y universalmente admirado todavía. Termina de filtrar ese lenguaje con la limpieza de Moratín, el arrebato de Espronceda, la melancólica sobriedad de Machado, el coraje de Miguel Hernández, la perfección de Pablo Neruda. Pero recuerda que una novela es, sobre todo, una historia que contar. Una trama y una estructura donde proyectar una mirada sobre uno mismo y sobre el mundo. Y eso no se improvisa. Para controlar este aspecto debes conocer a los grandes novelistas del siglo XIX y principios del XX, allí donde cuajó el arte. Lee a Stendhal, Balzac, Flaubert, Dostoievski, Tolstoi, Dickens, Dumas, Hugo, Conrad y Mann, por lo menos. Como escritor en español que eres, añade sin complejos La regenta de Clarín, las novelas de Galdós, Baroja y Valle Inclán. De ahí en adelante lee lo que quieras según gustos y afinidades, maneja diccionarios y patea librerías. Sitúate en tu tiempo y tu propia obra. Y no dejes que te engañen: Agatha Christie escribió una obra maestra, El asesinato de Rogelio Ackroyd, tan digna en su género como Crimen y castigo en el suyo. Un novelista sólo es bueno si cuenta bien una buena historia. Escribe eso en la dedicatoria cuando me firmes un libro tú a mí.

viernes, 14 de mayo de 2010

Se publica "El león y el ratón"

Rafael Mendoza Gaspart y Marga Lliso del Hoyo publican su obra El león y el ratón. Se trata de una fábula que brota de la pluma de Rafael Mendoza y de los lápices de Margarita Lliso, y que mostrará a los niños, a modo de cuento, el concepto de la amistad, el trabajo en equipo, la igualdad entre todos...

viernes, 7 de mayo de 2010

Decálogo del escritor, por Augusto Monterroso

Primero.
Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.

Segundo.
No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia.

Tercero.
En ninguna circunstancia olvides el célebre dictum: "En literatura no hay nada escrito".

Cuarto.
Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.

Quinto.
Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.

Sexto.
Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.

Séptimo.
No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan.

Octavo.
Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.

Noveno.
Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.

Décimo.
Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.

Undécimo.
No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.

Duodécimo.
Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con el dedo en el supermercado.

El autor da la opción al escritor, de descartar dos de estos enunciados, y quedarse con los restantes diez.


*Augusto Monterroso (guatemalteco, 1921-2003) vivió la mayor parte de su vida en México. En su obra -de prosa concisa, accesible, claramente inclinada a la parodia, la fábula, el absurdo, el humor negro y la paradoja- se destacan los títulos Obras completas (y otros cuentos) (1959), La oveja negra y demás fábulas (1969), Movimiento perpetuo (1972) y la novela Lo demás es silencio (1978).

Fue galardonado con el premio Villaurrutia en 1975 y en 1988, con la condecoración del Águila Azteca. En 1996, recibió el Premio Juan Rulfo de narrativa.

jueves, 21 de enero de 2010

Presentación de la revista "Portales"

El pasado 12 de noviembre tuvo lugar en la Gota de Leche la presentación del 10º número de la revista literaria "Portales", en la que tuve la oportunidad de colaborar con un microrrelato titulado "La frontera de alambre".


"El buscador de ríos" aparece en el diario La Rioja

El 26 de junio de 2009 apareció en el diario La Rioja un artículo de Diego Marín A. (redactor y crítico literario) sobre la novela "El buscador de ríos".

(pincha en la foto para verla ampliada)

También la prensa digital se hizo eco de la publicación de la novela:

http://www.larioja.com/20090321/cultura/autores-20090321.html
http://blogs.larioja.com/ciudaddelhombre/posts

"El buscador de ríos" sale del armario

Tras varios años oculto en las entrañas de mi ordenador, en enero de 2009 salió a la luz "El buscador de ríos", una novela histórica protagonizada por Henry Morton Stanley y David Livingstone.

La historia, que comienza en la habitación de un hotel madrileño a finales del siglo XIX, recrea la fascinante aventura que llevó a Stanley, reportero del New York Herald, a adentrarse en lo más profundo del continente africano para tratar de hallar con vida a David Livingstone, o llevar de vuelta a Europa sus restos mortales, pues hacía años que no se sabía nada del mítico explorador escocés pero algunas noticias recientes apuntaban que aún se pudiese encontrar con vida.

El relato de unos hechos que sucedieron en la realidad, pretende recrear en la imaginación del lector una apasionante proeza que encumbraría a Stanley junto al resto de grandes exploradores de África y le convirtió en uno de los referentes claves a la hora de hablar de la colonización de África por las potencias europeas de la época, que se lanzaron, años después, en una alocada carrera imperialista por el dominio del continente negro, salvaje, misterioso y rico en recursos naturales.

Espero que os guste.

-----------------------------------------------------------
La novela se puede adquirir:

En Logroño:

- Librería Quevedo (Avda. de Portugal, 1)
- Librería Magaña (C/ Huesca, 22)
- Librerías Santos Ochoa (C/ Sagasta, 3; C/ Doctores Castroviejo, 19; Gran Vía, 55)
- o como préstamo para lectura en la Biblioteca Pública de la misma ciudad.

En Madrid:

- Librería Desnivel (Plaza Matute, 6)

En Toledo:

- Librería Taiga (Travesía Gregorio Ramírez, 2)

En Valencia:

- Librería Patagonia (C/ Hospital, 1)

Por Internet:

http://www.libreriadesnivel.com/

* Para contactar con el autor, escribir a elbuscadorderios@gmail.com